lunes, 4 de junio de 2012

COMO CONOCI A MI DIOS


           Era muy pequeña cuando ya oí hablar de un padre diferente al que tenia en casa. Este no lo veía a mi alrededor, pero si tenia que tener mucho cuidado, pues EL, me miraba continuamente y vigilaba con  toda atención mis actos y mi comportamiento durante todo el día, sabia incluso lo que pensaba aunque mi pensamiento fuese muy breve y rápido, por mucho que yo intentara escapar de su continua vigilancia, siempre lo sabia todo de mí, y eso, si era mala…….., el  infierno me esperaba para toda la eternidad.


            Ni que decir tiene, la impresión que esto me causaba, pues me obligaba en todo momento a prestar continua atención a todo lo que hacía. Todo esto aparte de parecerme muy pesado, me impedía  hacer lo que me apeteciese porque el infierno ya me habían dicho lo malo que era y el fuego no me gustaba nada, hacia pupa y dolía durante mucho tiempo y eso, si solo te quemabas un poquito, pues imagínate que te estuviesen quemando todo el día y todos, todos los días, además de todo esto que yo sabía muy bien, ese Papá nunca jugaba conmigo, no lo veía como al que tenia en casa, e igual que miras a alguien que tienes ausente, yo conocía su cara a través de una estampita o por las imágenes que de EL había en las iglesias.    

                             
             Seguía sin entender que no lo pudiera ver, pero era consciente que me veía y vigilaba y todo lo sabía, estaba muy claro, ya que continuamente me lo recordaban.  QUE MIEDO LE TENIA A ESE PAPÁ TAN ESPECIAL; no se parecía en nada al que tenía en casa que me cogía en brazos y me acariciaba, éste,  el de aquí,  todo me lo daba y cuando me iba a la cama, me arropaba y me daba muchos, muchos besos.  
             


              Fueron pasando los años y fui comprendiendo muchas mas cosas, ese  Padre que nos vigilaba, vivía en el cielo y tenia  a mucha gente a su servicio, que le servían muy fielmente, por eso, cuando veía a un cura o a una monja me apresuraba a darles el saludo que tan bien me habían enseñado en casa y en el colegio.

                Al cura debía de besarle la mano doblando la pierna derecha y tocando el suelo con la rodilla, a las monjas también las saludaría flexionando las piernas  y cogiendo y besando su crucifijo que le colgaba de los cordones de los hábitos.

                  Si estábamos jugando, en el sitio que fuese, dejaríamos de jugar cuando pasase un servidor del Padre y correríamos a ponernos en fila para darle el saludo que a tan sublime personaje le correspondía, el cual al vernos llegar ya preparaba la mano, si era sacerdote, ó el Cristo del cordón, si era monja.


              Nuestra enseñanza en el colegio era me imajino, que como en todos los sitios en aquella época, a parte de enseñarnos gramática y matemáticas, ,también nos enseñaban mucha religión, teníamos nuestra catequesis, formación política y todo lo que aquellos tiempos requería para ser catalogado de BUEN  CIUDADANO.

                 Y nuestros padres como tales ciudadanos se apresuraban a que sus hijos cumplieran al pie de la letra la enseñanza que los buenos tiempos exigia, sin reparar en tiempo ni esfuerzo, lo verdaderamente importante era que se supiese que ellos ponían todo su esfuerzo en que tan sublime tarea era bien realizada.


                            Continuara............. 







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