viernes, 21 de marzo de 2014
Si la
preocupación es afectiva, es solo cuestión de tiempo que los sentimientos se
sientan liberados de esa presión; pero si por el contrario las preocupaciones no
son solo afectivas, sino también materiales o que dependen de terceras o más
personas, las emociones se apoderan de la mente de una forma obsesiva, busca
liberarse a base de buscar reflexiones que no convencen ni auxilian a los
sentimientos, lo que obliga a un trabajo continuo y obsesivo a los sentidos,
buscando como defenderse del peligro inminente que cree que va a suceder si no
encuentra rápidamente la solución.
Lo primero que se ve afectado es el estado del sueño, por la presión de
“la alerta” continua a que son sometidos los sentidos, tanto superiores (vista,
oído, olfato, paladar y tacto), como los inferiores (temperatura, dolor, equilibrio,
másika muscular y másika ósea), con lo cual el cuerpo se agota y desaparece la
necesidad de comer, o por el contrario nunca se ve satisfecho o consolado por
mucha comida que se ingiera; si desaparece el apetito, el cansancio es tan obvio
que a la persona no le apetece salir de su casa, quiere estar a oscuras y tumbada,
con lo que su malestar se agrava necesitando ayuda del especialista.
Ser y estar apta la persona para algún fin, requiere disposición y esto
es lo que le falta al individuo deprimido, ese humor, salud y ánimo para ejercitar
determinados actos que le ayuden a adquirir destreza para realizar lo que se
propone, las facultades las tienen mermadas con lo que les disminuye el poder y
libertad de acción física y espiritual.
Continuara...
Desde la plenitud... Chus.
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