martes, 1 de marzo de 2016
Sumergirse en las profundidades de uno mismo, en esa interioridad
casi inalcanzable donde el dominio del ser es desconocido por uno, pero que el
empeño en ese deseo de reconocerse te haga encontrar con esas fuerzas tan
dispares que hace casi imposible el reconocimiento perfecto de ese fondo de
irracionalidad donde hay que aprender a poner orden y acuerdo entre ellas y a sí
conseguir que afloren controladas para ir venciendo la contrariedad en que se
encuentran.
Es una realidad que el hombre se encuentra enfrentado y dividido ante
si mismo, lleno de miedos e ímpetus que a veces no es capaz de dominar y su
irracionalidad aflora en los momentos mas inesperados poniendo ápices a su
progresión que tiene que aprender a modelar hasta conseguir el total dominio de
esos extremos y desbordamientos que inestabilizan su manifestación en el mundo
que le rodea, siendo conscientes que dentro del hombre existen las dos fuerzas del
bien y del mal que cohabitan con él y que hacen que en un momento determinado
por un descontrol y falta de dominio de dichas fuerzas convierta al hombre en un
malvado o un santo, porque los extremos están resguardadas en esa profundidad
del ser que se debe de conocer para evitar el desbordamiento de su umbral.
OS QUIERO...CHUS.
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