sábado, 17 de mayo de 2014




      El hombre se conoce así mismo, y puede ser un gran virtuoso a los ojos de los demás; pero de nada sirve el hábito o disposición interior hacia el bien y lo legal, si te pueden otras debilidades, que poniendo a pruebas duras o muy duras, hacen desaparecer la virtud.




       Que gran ejemplo de fortificar la virtud dejo Jesús de Nazaret con el episodio de las tentaciones del desierto, como supo resistir y negar toda afrenta a DIOS.



           La razón nos enseña que resistir a las tentaciones, fortalece y ofrece fuerte y firme pedestal, donde sostener la virtud ya acendrada por la voluntad que la ha puesto y sostenido a prueba de tentaciones. 




OS QUIERO... AMADO. 


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