sábado, 24 de mayo de 2014



         Mientras que algo nos interesa y los sentimientos queden bajo el influjo de su pragmatismo, por muy generosos y morales que estos sean, hay que ser cautelosos a la hora de enjuiciar y deliberar los hechos, para que el entendimiento no quede influenciado por la pasión que los sentimientos pueden despertar, al existir intereses de por medio.




        Hay momentos en la vida que la pasión y la ira caminan juntas de la mano a la hora de calificar un hecho que acaba de pasar, y que ha despertado la irritabilidad de quien lo sufre; es aquí precisamente donde la razón debe controlar la ira y amainar las pasiones, para que estas no involucren al entendimiento dando excusas que faciliten la entrada de la ira como primer objeto para poder seguir calificando apasionadamente los hechos, en sus momentos de exaltación, con admirables e ingeniosas inspiraciones que pretender germinar en los sentimientos colindantes, y así poder justificar su rabia en contra posición de la hilaridad ajena a las circunstancias y los hechos acontecidos.





DESDE LA PLENITUD... CHUS. 




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