LUZ Y AMADO: COMPORTAMIENTO PUERIL DEL HOMBRE (II).

Es muy difícil no dejarse arrastrar por las pasiones que encienden el estado de ánimo y los sentimientos, cuando estos están motivados por su influjo, y estar muy pendientes de que su ráfaga, violenta y momentánea, no nos envuelva hasta el punto de no dar tiempo a una reflexión rápida, como ella, que motive un cambio en la actitud, poniendo en función la razón que ha de regir los sentimientos, por encima de toda pasión, y que ha de poner de manifiesto la base estructural que corresponde a cada uno, por su proceso de evolución de todas sus vidas.

Una reflexión, por muy mínima que sea, contribuye, y mucho, a calmar la excitación y la pasión del estado de ánimo, calma la temperatura corporal de los sentidos inferiores de la materia y quebranta el sentimiento sobreexcitado amputando poder a su actuación, dando paso a la formación reflexiva de otro pensamiento mas frío y calmado, por lo tanto mas equilibrado y de acuerdo con los acontecimientos y la progresión de la razón que caracteriza a las personas, y que las identifica con su forma constante y perpetua de evolucionar.

En el momento que es desviada la atención, de aquello que motivaba la excitación y la pasión del pensamiento, y por lo tanto de los sentimientos, surgen y se desatan otras fuerzas morales, intelectuales y de valores del Bien común, que no dependen de las pasiones y las excitaciones que motivan a los sentimientos, si no que se mueve otra clase de energía serena, que desenvuelven otras facultades de la vida, que conducen y llevan para aprender a compartir, dejando de lado el instinto primitivo animal, y dando paso a la formación de la Unidad con la Totalidad del Todo.