martes, 13 de octubre de 2015



        El pueblo que está en tribulación pone sus esperanzas en las religiones y reclama que estas sean las servidoras de los habitantes, sus defensoras de su identidad humana que en muchos casos es negada o violada.




         Los destinatarios privilegiados de la palabra de las religiones no son la razón ilustrada, sino la conciencia moral, que esa si es patrimonio de todo hombre, y por serlo puede actuar siempre sin esperar refinamientos culturales, depende de lo que este en mano de cada uno y no depende del uso o doctrina que desde fuera los dueños del poder o del saber quieran conferirles. 




Continuara...

Desde la Plenitud... Chus.



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