martes, 20 de octubre de 2015



           Hay dirigentes políticos, dentro de los partidos, que no ven con buenos ojos el poder de la Iglesia, sin darse cuenta que esta no puede convertirse en poder político y mucho menos asumirlo como quehaceres profesionales y obligación de la sociedad que la sigue.




             La Iglesia tampoco representa el único criterio moral de toda la sociedad y pueblo que conforma cada nación, ni debe convertirse en una institución pública que supla las obligaciones profesionales, ilustradores o moralizadores de otros cuerpos de la sociedad. La sociedad religiosa es una comunidad de fe que se alimenta de la caridad y esperanza de sus miembros, nunca puede ejercer autoridad sobre la vida y criterio de sus creyentes, su fuerza la debe de ejercer sobre la capacidad de servicio y ayuda a quienes la soliciten.




Continuara...

Desde la Plenitud... Chus. 



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