miércoles, 5 de febrero de 2014



      Las interacciones provocadas por comportamientos que para nada son inocuos aunque lo parezcan, revelan una falta de sensibilidad ante los intereses de los demás, y pone en entredicho la capacidad para resolver y mantener el contacto social limpio, en equilibrio.




       La bandera de todo ciudadano debe de ser la moral, la ética para poder resolver conflictos, no crearlos, y los sentimientos que despierta la familia se han de dejar detrás del deber porque si no, no se es digno de ostentar ninguna responsabilidad pública, y esto se hace extensible desde el rey hasta los mandatarios, presidentes, ministros, dirigentes y todas las personas que por su cargo social se encuentren por encima de los demás ciudadanos.





DESDE LA PLENITUD... CHUS. 


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