Después de hacer el jardín
cuidándolo con esmero
creí lograr el fruto
¡sueño dorado de mis desvelos!.

























        Con la mas  fina agua
de la fuente cristalina
regaba su pobre suelo
¡sueño dorado de mis desvelos!.

         Su tierra era tan pobre,
no contenía alimentos
y los endebles rosales
morían en el intento
de alegrar con sus flores
el paiságe de mi tiempo
¡sueño dorado de mis desvelos!.























         Para remediar el daño
que les hacia su suelo,       
pedí la mas fina ayuda
esa que baja del Cielo   
¡sueño dorado de mis desvelos!.

      Me otorgo DIOS el deseo
y puso a nuestro servicio,
al de las flores, al del suelo
las más dulces criaturas
que bajaban desde el Cielo
para depositar en mi campo
su preciado escremento.
    ¡Sueño dorado de mis desvelos!.

    Mis flores que estaban tiernas,
orgullosas, tempraneras,
quedaron pronto prendadas
con los fulgurantes colores
de canto de “ruiseñores”,
que con discreto coqueteo
les mostraban los pajarillos
que cruzaban en su vuelo
los dominios del jardín.
       ¡Sueño dorado de mis desvelos!.








  














    Era tan grande el poder
que desplegaban en su vuelo,
que olvidadizas las flores
dejaron de mirar al Cielo;
olvidándose que todo viene
por el consentimiento,
de quien reina sobre el Mundo
sentado allí, en lo alto
y con su CETRO.
       ¡Sueño dorado de mis desvelos!.

       Sin darse cuenta las flores,
sus alegres invitados,
poco a poco elaboraban
la preparación del suelo,
permitiendo que sus raices
les hicieran tomar fuerza
y como, sin darse cuenta
el vigor las alcanzaba
¡sueño dorado de mis desvelos!.































     Fue tan hermosa la ayuda,
constante y agradecida
que de aquel delicado lugar
se hizo la escultura, de
lo que había de ser algo nuevo
que brillara por cordura.
     ¡Sueño dorado de mis desvelos!.

      A sí, en el vergel dorado,
paseaba entre mis flores
apartando con esmero
todo lo que enturbiar pudiera
el resplandor de sus pétalos.

     Consegui rosas Azules,
Blancas, Doradas, Rosadas
y Escarlatas que, como el fuego,
adornaban las abrasadoras
entrañas de mi casa.

























     ¡Sueño dorado de mis desvelos!
y sucedió que mis flores
mirando las hermosuras
que saciaban su sustento,
no se fijaron que el SOL
estaba quemando en el Cielo
y les abrasó la corola,
dejo sin vida sus pétalos
que sin colores, marchitos,
iban cayendo en el suelo
¡sueño dorado de mis desvelos!.



























        Desesperadas las flores
quisieron curar con remedios
el mal que ya estaba hecho,
desarrollando del suelo,
con vigor, tallos muy firmes
con grandes espinas en ellos
que les permitan firmeza,
así no caigan en tierra
las hojas de su follaje
que han de sombrear su techo.
          ¡Sueño dorado de mis desvelos!.

          En  desmesurada defensa
labraron hojas tan grandes,
tan firmes sus tallos hechos
que me cerraron el paso
al jardin de mis desvelos.































        Perdí de mi casa la entrada 
enmarañado el lugar fue hecho 
pues con espinas tan hondas
nadie entra para verlo,
perdió su gran hermosura
la belleza y el contento
al cerrarse las ventanas
la LUZ no penetra dentro.

       Todo se ha vuelto maldito
por eclipsar lo de dentro
y las flores prisioneras
de sus tallos carceleros.

       El paisaje se ve oscuro
triste, bacio ,yerto
cerrado por mucho tiempo
a la vida y al deseo,
hasta que DIOS con su LUZ
permita abrirlo de nuevo
ahogando con su lluvia
lo que hoy encierra dentro;
que el viento lo aleje
para que el SOL bese el suelo,
que vuelvan los pajarillos
sin miedo a su terreno.
























      Que las espinas no pinchen
ni hieran su dulce pecho,
que su sangre no se vierta
inútil tirada al suelo
y se mantenga en su seno
para endulzar su talento,
pues el suelo no se nutre
con este hermoso riego.

       Para eso permite DIOS
depositar escremento
que no perjudica a nada
los retales del desecho.

Si damos tiempo a su tiempo
y se elaboran de nuevo,
dando vida y sustento
a lo que nace del suelo,
si no olvidan a DIOS
y miran su SOL del Cielo.

























                  OS QUIERO …  CHUS