jueves, 19 de febrero de 2015
Los prejuicios que podemos tener ante los diferentes modelos de
relaciones, de los intereses que tengamos y las prioridades que nos marquemos
han de fundarse sobretodo por el respeto y el amor al prójimo y, ante todo
sabiendo que la cultura con su variopinto entramado de creencias, normas,
expectativas y modelos nos sirve de guía y explicación que nos puede y debe
llegar a regular, para una convivencia pacifica y saludable ante la progresión de la
razón, porque la tolerancia, ese respeto a las opiniones ajenas, siempre es un pilar
que sostiene todo lo demás que puede llegar a configurar y determinar el carácter
de las comunidades que aloja en su interior.
Muchas veces se les muestra a los niños/as lecturas, videojuegos,
programas televisivos, películas, charlas desde los púlpitos, donde el ingrediente
principal es idealizar al hombre agresivo, “sex-appeal” y machista, sin darnos
cuenta que ese bombardeo constante al subconsciente hace daño a la integridad
mental de los niños, que los somete y condiciona a una manera de pensar
violentada por datos y testimonios falsos que confundirán y condicionaran el
significado de los sentidos, sembrando semillas de violencia en sus pensamientos,
dirigiendo sus impulsos hacia una realidad histriónica y comicial, que dará sus
frutos en su edad adulta y luego, nos preguntaremos escandalizados que como
una persona civilizada ha podido llegar a manifestar esas tendencias “mal sanas”,
asesinas y, ademas, con una frialdad tan radical y morbosa.
¡SÍ!, todos somos responsables, unos por acción y otros por omisión; es
necesario que todos reflexionemos sobre lo que nos debemos permitir, obviar y
aclarar para continuar con una convivencia sana y que no perjudique a nadie en su
desarrollo social, intelectual, mental y religioso.
OS QUEREMOS... LUZ Y AMADO.
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