sábado, 16 de abril de 2016
Hay momentos en que la convivencia presenta situaciones muy
cargadas de tensión, las acciones y las reacciones producen unas emociones
intensas que despiertan miedo por el desafío al que se siente sometida la
seguridad de la identidad, sobretodo cuando una identidad se da cuenta de que
hay otra cercana que le quiere desplazar o arrebatar su posición, creando un
ambiente de expectativas negativas que arrebata la fuerza del ánimo, este
desequilibrio generado por la mente que quiere imponer su criterio de “yo dirijo” y
tu actúas sometido a mi, es la consecuencia de permitir intruso en la interioridad
del ser, que quiere atrapar tu mente para dirigirla con la capacidad de “su yo”,
condicionando al tuyo.
Sabemos que todo en el universo es dual, y que consta de dos fuerzas,
una de atracción y otra de repulsión, que hay que mantener en un equilibrio
perfecto para que una no absorba a la otra y se apodere de ella anulándola; esto
es lo que ocurre cuando un “yo” invade a otro consiguiendo dominarlo, pierde todo
su poder creando un complejo emocional donde tu mente tiende a volverse
inconsciente y la emoción se apodera de ti convirtiéndote en una reacción
condicionada por la justificación y te defiendes y atacas acusando al otro, sin
percatarte de que no eres tu sino la mente en su pauta reactiva, en su modalidad
habitual de supervivencia.
Continuara...
OS quiero... Amado.
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