miércoles, 13 de abril de 2016
Todo esto induce a emociones desbordadas de defensa que afecta a
todos los aspectos de tu vida queriendo demostrar fehacientemente las
equivocaciones de los otros y defender hasta la saciedad la posición mental con la
que te has identificado, porque crees que si no lo haces tu sentido de identidad,
basado en tu poder mental, se sentirá amenazado y al punto de sufrir una
aniquilación que quiere evitar a toda costa, aunque tenga que demostrarlo por
medio de una discusión o disputa en el grado que su vanidad considere y necesite
para sentirse bien.
Cuando empiezas a conocerte a ti mismo, sin apenas darte cuenta, vas
modificando en tu mente el sentido de identidad, los sentimientos sujetan las
emociones y estas no se desbordan, por lo que los pensamientos no son
egocéntricos y, tu mundo circundante se amplia en tu entorno abriendo puertas de
identificación externas a ti, donde te sientes identificado recíprocamente; el hecho
de tener razón o estar equivocado empieza a dejar de tener importancia porque el
sentido de identidad empieza a ser independiente del “yo” y, con ello, va
desapareciendo la necesidad apremiante y compulsiva de mostrar el ego, con lo
cual se va perdiendo la necesidad inconsciente y profunda de querer siempre llevar
razón, por eso desaparece la causa que siempre desborda los sentimientos y las
emociones son controladas por la voluntad que se manifiesta con la identificación
correcta de formar parte de todo lo creado, mostrando equilibrio y serenidad con
las interrelaciones que experimentan el desarrollo de cada ser humano.
Continuara...
Os quiero... Amado.
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1 comentarios:
Dedica unos minutos al día a mirar en tu interior y veras que todo lo ves y sientes distinto.