sábado, 21 de noviembre de 2015

           Son las diferentes interpretaciones y aplicaciones de la Ley de Dios las que conducen a los hombres a unas irregularidades y confusiones que al manifestarlas imponiéndolas como preceptos divinos confunden y equivocan la convivencia estable entre los demás hombres, llevándolos a consecuencias irreparables y causas extremas donde se implican a terceras personas, y donde cada cual sufre los efectos según le corresponda por evolución, unas veces provocando causas y otras sufriendo los efectos, en una sincronización perfecta de evolución para el espíritu de grupo que entre todos se ha de evolucionar hasta conseguir la perfección en equilibrio para la causa y el efecto. 




                   Es la propia vida quien va enseñando al individuo a desprenderse de los deseos superfluos por las consecuencias que los actos “impuros” ( se llama a si a todo lo que va contra de la Ley de Dios) mueve en los sentimientos. El ser humano sabe y reconoce sus propias equivocaciones cuando ha sufrido la consecuencia de su acto y percibe el daño que causa o ha causado al prójimo, al que sin apenas darse cuenta aprende amar, sobretodo cuando es consciente del sufrimiento moral y personal que los puede estar afectando. 







 



Continuara...

Desde la Plenitud... Chus.


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