viernes, 9 de enero de 2015
Enseñemos a los jóvenes que los grupos antisociales organizados, y que
ejercen violencia, queriendo destruir la convivencia pacífica de occidente, no es
mas que un proceso que sufren los que crecen traumatizados y se sienten
indefectibles por no poder liberarse de la opresión que su tradición les exige y su
entorno desubicado les impone, por no dejarlos integrarse en la sociedad que los
vio nacer.
Todo ello les hace sentirse indefensos, desahuciados, sin moral ni
esperanza, porque no pueden verse, sentirse acoplados y aceptados por ellos
mismos dentro de la cultura y el pensamiento lógico y libre que les rodea, por la
forma y manera de convivir de occidente, que chocan constantemente con sus
preceptos y creencias en total desacuerdo; encontrando el significado y propósito
de sus vidas desahuciadas, cuando se incorporan a esas pandillas agresoras,
donde..., creyendo firmemente que su resolución de convertirse en salvadores de
la humanidad, soluciona su presente y les da acceso a todo el “paraíso prometido”,
si se convierten en “mártires de la causa”, ofrecido por quienes les aseguran “que
ajusticiar al infiel” es el deseo de su profeta, por eso les abre las puertas de su
cielo, acallando para siempre la voz de su conciencia y confiando en que lo que
viene después es la recompensa de todo su esfuerzo y que merece la pena luchar
por ello y terminar cuanto antes con la pesadilla infeliz que les ha tocado vivir.
Nuestros jóvenes no se pueden ni deben sentir afectados por las
incursiones en su mundo de gente que carecen del sentido de la identidad, de la
seguridad que da el sentirse parte de la sociedad que les rodea, y del poder que
nunca pudieron experimentar de sentir la libertad de acción, porque nadie les
enseño a que podían decidir por ellos mismos.
Esa sensación efímera, de los desubicados, de darse importancia por lo
que creen un acto heroico, que lo único que les otorga es sesgarles la vida, por
decisiones de terceros, que si saben cuidar de la suya aunque sea a costa de los
ignorantes, que sin darse cuenta se sacrifican y cortan de raíz sus proyectos y
fuente de descendencia, para poder darse una nueva oportunidad de desarrollo y
progresión de la razón; de ser y sentir por ellos solos sin que nadie pueda interferir
sobre su libre albedrío, aprendiendo el valor de la vida y su conservación, porque
la única verdad es que solo DIOS tiene esa capacidad de poder, pues ÉL nos la
concede y solo a ÉL le corresponde darla por finalizada, y al que osa arrebatarle
ese poder de decisión, ha de dar cuenta de ello cuando alcance las moradas
superiores donde nos espera.
DESDE LA PLENITUD... CHUS.
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