miércoles, 18 de marzo de 2020



       La angustia se distingue, porque es diferente, del miedo y de otros estados anímicos como la depresión y la ansiedad. El miedo es esa inquietud de temor, mayor o menor, a un peligro que se recela que puede suceder o esta sucediendo; mientras, el conjunto de síntomas que delata el síndrome de la depresión y que concluye con una tristeza profunda sin motivo aparente, que se relaciona directamente con una crisis intima y que desemboca en un estado bajo de ánimo que aniquila la fuerza interna, produciendo una ansiedad que denota el estado de peligro, de miedo o de preocupación, a veces las personas mas vulnerables son las que sienten mas preocupación, por lo que la presión ejercida sobre ellas y prolongada en el tiempo, las conduce a padecer los trastornos, ya mencionados, como síndrome que caracteriza la enfermedad psíquica. Aprender a relajarse, respirar despacio y profundamente y a dormir lo suficiente ayuda a no mantener las emociones reprimidas dando sensación de libertad; este comportamiento alivia el peso que colgamos en la espalda sin dar opción al alivio que supone la relajación mirando por partes la acción. 





     La angustia, por el contrario, es esa congoja y aflicción que solo la existencia humana padece como un desamparo lleno de subjetividad afiliado al abismo de la nada, para huir del engaño del razonamiento, uniéndose,  identificándose y sumergiéndose en el torbellino de la propia existencia; es la realidad de la libertad como posibilidad mas allá de lo psicológico para entrar en el conflicto del marco existencial. 




     Cuando una persona se encuentra, a lo largo de su vida, en el borde del abismo con plena consciencia, su existencia da un vuelco radical al encontrarse con el principio de sus raíces y lo primero que vislumbra es el sentimiento  de la angustia por su engaño racional al estar condicionado por los medios donde se desenvuelve, y no encuentra el sentido de la distracción que el ser humano siente en lo cotidiano, apartándose de la autenticidad de la existencia donde el equilibrio de las virtudes, Fe, Esperanza y Caridad forman parte de esas raíces que deben acompañar a los seres humanos y que forman parte de su energía en el Cosmo dándoles la plenitud que puede colmar el supuesto vacío o crisis de la vida. 






     Basándose en la triada de Fe, Esperanza y Caridad, en su conjunción, el hombre encuentra su plena libertad donde el libre albedrío lo inunda de responsabilidad caminando siempre hacia el Bien, y rehaciendo el “yo” materialista y condicionado por una libertad aparente y con el sentido del gusto placentero donde siente la atracción de sentirse superior, este sentimiento hacia su yo sufrirá un eminente cambio, en autentica libertad, por buscar su nuevo “YO” basado en, las que ya sabe, que son las raíces de la existencia y que se alcanzan actuando en el Bien porque se cumple con la Norma en el Orden Creativo de todas las cosas.




OS QUIERE… CHUS.
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