jueves, 26 de noviembre de 2015



      El castigo que impone el confesor cuando se ha transgredido la Ley de Dios se llama penitencia, pero eso es en la parte externa donde se manifiesta, en el cuerpo, con una reflexión que el sacerdote te invita a realizar con la ayuda de una oración que has de repetir las veces que el sacerdote crea conveniente según sea la magnitud del pecado, pero la realidad es que existe otro tipo de penitencia y esa no es impuesta por nadie, es uno mismo el que siente la pena dolorosa dentro de su espíritu, con mucho mas dolor que se puede sentir físicamente, es captado por todos los sentidos y afecta al sentimiento con un sentido de perdida irreparable que obliga al que sufre el “dolor de contrición” a reparar por el mismo el sentido equivocado de su vida, produciendo en el un cambio firme de no pecar mas ni alejarse del Amor del Creador.



        Ese dolor tan fuerte por haber ofendido a DIOS se siente cuando, efectivamente, eres consciente de haber fallado en la acción, y el entendimiento se muestra con toda claridad; la iluminación que se consigue tras el dolor de haber perdido “la gracia” (ayuda de un Ser de Luz), se abre paso inundando el área del pensamiento y es la energía dorada la que se abre paso por medio del corazón contrito ofreciendo entendimiento y Amor que extiende hacia el prójimo, por lo que sabe hacer el Bien a medida de su progresión de la razón, correspondiendo en todo momento con el deseo de no alejarse de Dios.





CONTINUARA...

OS QUIERO... AMADO. 



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