lunes, 17 de diciembre de 2018



       Existen dos palabras fundamentales para expresar el estado de ánimo que es afectado por las sensaciones extremas y estas palabras, que se utilizan con mucha frecuencia, quieren expresar al mismo tiempo el terror, el miedo, la enfermedad, el peligro…, junto a la desesperación de la incapacidad para poder ofrecer el auxilio o la protección que la situación vivida o que se vive, acaece en esos momentos cruciales en el cual la incapacidad para encontrar soluciones se ha manifestado. 




            Estas palabras que las hacemos propias son: madre mía y Dios mío, las pronunciamos en situaciones desesperadas y de difícil o imposible solución, sorprendiendo muchas veces el resultado final de la petición. Se busca ayuda en la tierra y en el cielo esperando ser oído y recibir el consuelo de sentirse acogido; “madre” como reconocimiento del amor que derramó en cada momento allanando las dificultades, consolando ante el dolor y aumentando la esperanza ante las dificultades siempre con palabras y gestos de comprensión, ayuda, amparo y refugio. 



           “Dios mío”, lo reconocemos como el poder del Todopoderoso, que trasciende más allá que el sentir humano, de misericordia infinita que ayuda al afligido y otorga su consuelo a todo lo que se escapa del poder humano, dando sostén a lo irremediable para entregárselo a ÉL, que lo remedie enviando Su Luz.





OS QUIERE…AMADO.      




    
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