sábado, 3 de octubre de 2015
El exceso y la exuberancia que muestra la importancia convierte en
lujuria el poder que conlleva, arroya y transforma todo lo que toca porque
despierta en las personas pensamientos y actos impropios, contra los que se debe
de guardar el hombre en especial por el mal que se hace a si mismo y a los
demás; me refiero a la “avaricia” de querer poseer el tesoro de la importancia y
poder que despierta la “exuberancia de la importancia”, dando paso a la perversión
de la “envidia” por el deseo de posesión de lo que considera cualidades de poder y
sentimiento de importante, que al no poseer le despierta una “ira”, por la pasión
violentada por la indignación y el enfado, con deseo de venganza y una furia
violenta que le dañara el espíritu y paralizara su conciencia.
Es muy importante que el individuo que posee cargos de importancia se
revista de una humildad generosa y servicial, que lo que el trasmita a los demás
les despierte el interés por el bien y sea ejemplo de conducta y austeridad
transmitiendo paz y fuerza para ayudar a solucionar problemas sociales en vez de
crearlos, ateniéndose a las normas morales y de ética, esto le obliga a una
humildad absoluta que le incita a conocer y utilizar todos los instrumentos y
métodos a su alcance con cuya ayuda puede llegar mejor a los núcleos de los
problemas para servir al prójimo y así mismo, con la intencionalidad de servir a la
fe vivida que lo convierte en instrumento de ayuda para el mas débil.
OS QUEREMOS... LUZ Y AMADO.
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