viernes, 19 de diciembre de 2014
Así se merma la compasión hacia los demás por el sufrimiento que
puedan experimentar, despertando en ellos el monstruo feroz que les complace
sentir “que el sufrimiento ajeno alivia sus propias frustraciones y sentimientos
angustiosos”, sintiendo su propio alivio en el sufrimiento de los demás,
deformando poco a poco el carácter del niño con una agresividad que se mostrara
cuando llegan a la adolescencia, y sobretodo en la edad adulta, porque semejantes
daños socavan en el pequeño el valor de la vida, predestinándolos a un
comportamiento futuro con psicopatía y destrucción, llegando a ser capaces de
cualquier cosa, incluso matar si lo consideran necesario para llegar a satisfacerse.
En semejante caldo de cultivo, donde se difumina la diferencia entre el
bien y el mal, porque los umbrales de la voluntad se desbordan llegando a
perderse en su totalidad, y con la convicción de que cuanto más se ensalza la
agresión repleta de violencia para resolver conflictos de cualquier tipo, sobretodo
de competencias y rivalidades sociales, donde las ráfagas continuadas de
estímulos que ensalzan la pelea para resolver los conflictos que impregnan los
criterios de la sociedad actual; donde el racismo, la xenofobia, la ideología,
pobreza o riqueza, el deporte y homofobia marcan diferencias entre unos y otros.
Continuara...
Os quiero... Amado.
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