lunes, 16 de diciembre de 2013
Con esta orden determinada, expresamos y valoramos las cualidades de
“YÓ SOY”, ennobleciendo y exigiendo a nosotros mismos que somos el máximo
poder absoluto y que nada ni nadie tiene ese poder, solo nosotros mismos, y la
materia que somos esta a nuestro servicio y no le queda nada que hacer, solo
obedecer nuestro mandato inmediato.
Después de darnos esta orden hacemos una pausa, lo suficiente hasta
conseguir el compás del corazón al ritmo de la respiración.
Por la tensión que ha sufrido el organismo, el cuerpo se ha puesto
rígido, en posición de defensa, y con la calma que se va adquiriendo siguiendo el
ritmo de la respiración, al mismo tiempo, vamos aflojando los músculos para que
no queden agarrotados; empezamos por los hombros y el cuello, aflojando
conscientemente su rigidez, prestando máxima atención a la caja torácica, de
cintura hacia arriba, colocando en primer lugar la columna vertebral, procurando
que las vértebras estén en posición correcta, desde las cervicales hasta las
dorsales y lumbares.
Se sacan hacia fuera las escápulas y se bajan los hombros
para, al mismo tiempo, relajar los músculos que han estado en tensión extrema,
pero que por su elasticidad tienen la capacidad de volver a su forma original
cuando cesa la fuerza que le obliga a deformarse.
Continuara...
Desde la Plenitud... Chus.
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