miércoles, 25 de septiembre de 2019
Las personas cuando no están controladas por la voluntad que dirige su razón, actúan con una falta de orden que desemboca en una entropía que arrasa con todo lo que encuentra a su paso, ignorando las consecuencias que esto despierta y al mismo tiempo provocando una desorientación.
Para frenar el impulso que tomó al desorientar sus sentidos, al perder la referencia de su conducta y ser alterados por un agente externo desconocido para él, necesita de la fuerza interna por la que obra el ser que la posee y así de este modo restablecer el control sobre la necesidad de orientación de sus sentidos superiores (temperatura, dolor, equilibrio, másika muscular y másika ósea) y sus sentidos inferiores (vista, oído, olfato, paladar y tacto), y con ellos en orden se restablece de nuevo la orientación y el equilibrio entre el cuerpo y el espíritu.
La capacidad de actuar de cada persona la marca su razón, encontrando su sitio según su desarrollo evolutivo marcado siempre por su base estructural, que es lo que ya le pertenece por sus acciones superadas en el bien y en conformidad con la ley Natural, así de este modo, la norma en el orden creativo queda perfectamente compenetrada entre el cuerpo y el espíritu para un perfecto desarrollo entre la libertad de acción, las decisiones y las emociones.
OS QUIERE… CHUS.
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