miércoles, 30 de septiembre de 2015



         Crear esas posibilidades de trabajo y de vida para los refugiados no es fácil para ninguna nación, pero es mejor ser el trampolín que les facilite la oportunidad de seguir adelante que convertirse en la alambrada que los oprima y paralice sin vida y sin esperanza para abrirse hacia el horizonte de su nuevo renacer.



                Los Europeos hemos de ser una sociedad acogedora para esas personas que han sido condenadas al exilio y que se defienden contra su retorno, por el peligro que encierra para ellos la acracia que están viviendo, aunque su futuro sea un misterio que no tienen capacidad para resolver por ellos mismos, de ahí surge su demanda de auxilio al resto del mundo civilizado, y ante tal exigencia de auxilio nadie que se considere bien nacido puede negarse o volverles la espalda como si no vieran o escucharan.




DESDE LA PLENITUD... CHUS. 




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