Pensar es sinónimo de existir, esta verdad contundente la corroboran los filósofos desde la antigüedad, lo que hay que tener en cuenta para pensar bien es la percepción de la idea, para utilizar y usar de la misma lo mas perfecta posible en su representación mental de lo que es y de su esencia.
Esa sensación interior que nos orienta en el hecho y resultado de percibir lo que nos muestran los sentidos, dándonos el conocimiento de lo que se quiere mostrar a trabes de lo percibido, es lo que se ha de saber interpretar por el pensamiento, ofreciendo una idea verídica que se corresponda con lo percibido; de esta manera el pensamiento será fiel a la idea que mostraron y concibieron los sentidos superiores, muchas veces unidos a los suprasensibles.
Una de las razones fundamentales para obtener un buen pensamiento que se ajuste a la idea recibida, es la claridad con que se percibe, la exactitud con que se recuerda y la rápida comprensión e ingenio con que se realiza, ajustándose siempre a lo percibido.
Ese pábulo para elaborar un pensamiento acorde con la idea preconcebida, alejada de cualquier juicio critico y sin tener en cuenta los resultados de la experiencia se lo debemos a la percepción, que pasa como una chispa fugaz atravesando el entendimiento y aportando luz a lo que permanecía a oscuras en el interior del espíritu; cuando la persona, mientras piensa, se acostumbra a enlazar lo percibido con la idea clara y concisa, siendo prudente en no desviar la luz que le dio el entendimiento de lo que percibía en su interior, se hará un buen y gran pensador que será capaz de transmitir y reflejar, como si de un espejo se tratara, lo que la chispa encendió en su interior. Muchos de los grandes descubrimientos que fueron cambiando el transcurrir de la humanidad se debió a esos pensadores que fueron capaces de ver y reflejar lo que tenían en el interior espiritual de cada uno de ellos con absoluta certeza.
Formar con atención la aplicación de la idea, con la facultad exacta de su significado, es fundamental para disponer de los medios adecuados y así obtener el fin y correspondencia correcta de la idea en lo aplicado al pensamiento que se ha de elaborar lo mas cercano al bien y en consecuencia con la base estructural de cada ente que elabora el pensamiento para la propia evolución, y el efecto que ha de causar en el bien común como principio de causa y efecto en la progresión y avance de los reinos de la naturaleza, cumpliendo con la “norma” en el orden creativo, aplicación que se ha de tener en cuenta cuando la chispa de la idea mueve el interior de los sentidos inferiores (vista, oído, olfato, gusto y tacto) y superiores (temperatura, dolor, equilibrio, másika muscular y másika ósea), dando paso a los suprasensibles para que el origen y la formación de los pensamientos formen parte integrante de la progresión de la razón sin alterar el crecimiento del aprendizaje que si no cumple con el bien y sus diferentes manifestaciones harán que se pongan en movimiento las leyes de Dios, puestas al servicio de Sus reinos, para la armonía en su totalidad y que el “caos”, estado confuso de los elementos anteriores a la organización de la chispa que engendra la idea origine un pensamiento con falta de claridad en la exposición de la obra que pretende realizar por el desorden en los elementos que ha de utilizar en su exposición y que no cumplen con la NORMA en el orden creativo, manifestando causa y efecto, que no solo ha de moderar el pensamiento con la intensidad, tono y timbre que le corresponda, sino que se ha de hacer el esfuerzo de que la chispa que motivo la idea para la conformidad del pensamiento sea corregido en su origen, analizando los sentidos y los sentimientos que se pondrán en marcha para no interferir en la progresión de la razón y no desorientar los suprasensibles que ayudan en el consentimiento del pensamiento que hace avanzar la razón en su progresión, dentro del bien de cada base estructural.
OS QUEREMOS… CHUS.
